miércoles, 30 de junio de 2010

CONSERVATORIOS ANDALUCES: CRISIS REMEDIABLE

Ahora que nos disponemos a estrenar una nueva ordenación de estudios superiores de música, en convergencia con Bolonia, parece pertinente realizar un análisis de lo acontecido desde la implantación de la anterior ordenación (LOGSE, todavía vigente) hasta la fecha.

I) Elaboración del plan LOGSE

Hasta donde sabemos, las autoridades educativas andaluzas no consideraron necesaria la opinión del profesorado para la elaboración y puesta en marcha –allá por el año 2001- del plan LOGSE en conservatorios superiores. Ignoro si decidieron alumbrarse con el criterio de algún profesional de la enseñanza musical. Me inclino a pensar que no. Sólo así puede hallarse explicación a algunos flagrantes errores que profesores y alumnos hemos venido padeciendo a lo largo de los últimos años.

Acaso el más grave de ellos sea el de la relación numérica profesor/alumnos: aunque las ratios jamás se publicaron oficialmente, para establecer las plantillas de los centros se ha venido manejando un documento (sin firma) en el que materias tan divergentes como Historia de la Música y Contrapunto son consideradas exactamente igual a efectos de ratio. Dudo mucho que un profesional de la enseñanza musical cometiese semejante disparate. Resulta evidente que las decisiones relativas a ratios fueron tomadas por alguien que de ningún modo se encontraba capacitado para hacerlo. La pregunta que no acierto a responder es: ¿Por qué se prescindió de la opinión de los especialistas?

II) Política de contratación del profesorado

La política de contratación se ha visto presidida por un persistente titubeo. En ocasiones se adjudicaron las plazas mediante baremo (y todos sabemos que un baremo no es el mejor instrumento para medir la idoneidad de un profesor). Otras veces, con más acertado criterio, se estableció una prueba práctica, pero se tomó una decisión difícil de entender: los tribunales calificadores estaban presididos por un inspector (de Enseñanza Secundaria) que -no obstante su carencia de titulación musical y, comúnmente, de conocimientos musicales elementales- otorgaba a los aspirantes una calificación que influía tanto en la nota global como la otorgada por los catedráticos especialistas. Finalmente, sin que las valiosas recomendaciones realizadas por los directores de conservatorios superiores fueran atendidas, se impuso la Baremocracia.

Los profesores seleccionados –ya mediante prueba, ya mediante baremo- han resultado notablemente perjudicados por el titubeo que he señalado más arriba: una vez nombrados, se incorporaban a sus respectivos destinos (en ocasiones se les nombró con más de un mes de retraso respecto al comienzo del curso, y aquí ya no corresponde hablar de titubeo, sino tal vez de desidia), recibían la lista de asignaturas a impartir, preparaban sus lecciones y pasaban el resto del año académico con la incertidumbre de qué ocurriría el próximo curso: ¿serían asignados a otro conservatorio superior, en otra ciudad?, ¿se les encomendaría la impartición de las mismas asignaturas o deberían preparar otras?, ¿se les nombraría con la suficiente antelación para preparar las nuevas materias y el traslado a otra ciudad o serían nombrados con el curso ya comenzado? … Resulta comprensible que una buena proporción de profesores destinados en conservatorios profesionales –algunos de ellos, extraordinariamente valiosos- renunciara a participar en los procesos de selección de profesorado para conservatorios superiores.

Disponemos de un dato objetivo alarmante: más del 90 % del profesorado que ejerce la docencia en conservatorios superiores lo hace en régimen de interinidad o comisión de servicios.

III) Requisitos mínimos de centros

El Real Decreto regulador de la LOGSE estableció unas condiciones mínimas que deberían cumplir los centros donde se impartieran enseñanzas artísticas superiores. Se les llamó “requisitos mínimos”. Nueve años después del comienzo de este plan de estudios, y ya iniciado su proceso de extinción, ninguno de los cuatro conservatorios superiores andaluces cumple la ley de requisitos mínimos, porque ninguno ha recibido las partidas presupuestarias necesarias. Entretanto, nuestras autoridades educativas han tomado la decisión de crear un nuevo conservatorio superior -en Jaén- que se sumará a los de Sevilla, Córdoba, Málaga y Granada. No me detendré a considerar si la apertura de un nuevo conservatorio superior resulta oportuna, pero no parece sensato invertir una importante cantidad de dinero en la creación de un nuevo centro sin arreglar antes las goteras de los otro cuatro. El de Córdoba, que tomo como ejemplo por ser el que mejor conozco, carece de cabinas de estudio para los alumnos, y sus aulas –sólo 32 para un total de 104 profesores- no disponen del indispensable aislamiento acústico: resulta extremadamente difícil impartir o recibir una clase de, digamos, Educación Auditiva cuando se están oyendo trompas y trompetas por la derecha, clarinetes y saxos por la izquierda y todo género de instrumentos percusivos desde el frente. Hace más de veinte años que la directiva de este centro informó por primera vez a la delegación correspondiente acerca de la necesidad de un nuevo edificio. Hasta hoy.

IV) Consejo Andaluz de Enseñanzas Artísticas Superiores

En diciembre de 2007 –aprobación de la Ley de Educación de Andalucía- los profesionales de la enseñanza musical recibimos con cándido alborozo la noticia de que en breve se formaría el Instituto Andaluz de Enseñanzas Artísticas Superiores, previa constitución del Consejo Andaluz de EEAASS. Por fin se abría una vía para que estas enseñanzas –tras largos años encorsetadas en reglamentos de Enseñanza Secundaria- fuesen tratadas atendiendo a sus tangibles peculiaridades.

En noviembre de 2008 se celebró la reunión constituyente de este Consejo. Y el tiempo –que no atiende a razones, el muy comodón, ni tampoco a sinrazones- fue pasando como de costumbre: lento pero inapelable. Desde la fecha de constitución del Consejo hasta la segunda reunión transcurrieron nada menos que quince meses, pese a que el decreto 450/2008 establece un mínimo de dos reuniones anuales. A primera vista quince meses pueden parecer demasiados, pero las apariencias engañan: durante ese tiempo no se halló solución al problema de que unos estudios de rango superior (al término de los cuales el alumno obtiene un título equivalente -a todos los efectos- al de licenciado universitario) se rijan con un reglamento de enseñanza secundaria que a todas luces les es impropio. En el transcurso de esa segunda reunión se comunicó a los consejeros que “por el momento” los centros de enseñanzas artísticas seguirán regulándose con los reglamentos de Enseñanza Secundaria. Por otra parte, resulta sorprendente que los consejeros no fueran consultados acerca de la creación de un nuevo conservatorio superior. Ni siquiera fueron informados: conocieron la noticia a través de la prensa.

V) Instituto Andaluz de Enseñanzas Artísticas Superiores

Con la aprobación de la Ley de Educación de Andalucía en diciembre de 2007, el Instituto quedaba legalmente creado (artículo 92). Los estatutos reguladores del mismo deberían ser aprobados por decreto del Consejo de Gobierno, previo informe del Consejo Andaluz de EEAASS. Pues bien: dos años y medio más tarde, este Consejo aún no ha elaborado dicho informe previo.

Tenemos, pues, que el Instituto Andaluz de EEAASS (la gran apuesta de la LEA por sacar a estas enseñanzas del inadecuado lugar en que se hallan) carece de estatutos reguladores. Puesto que también carece de miembros, me siento inclinado a suponer que tal Instituto no existe. He aquí una amarga paradoja: el Instituto quedó creado a finales de 2007, y sin embargo no existe.

VI) El nuevo plan de estudios

Algunas razones invitan al optimismo en lo que se refiere al nuevo plan de estudios. La más poderosa: aunque de forma tardía y precipitada, en esta ocasión se ha consultado parcialmente el parecer de los docentes. La Consejería de Educación constituyó una Ponencia, formada por directores de conservatorios superiores y profesionales, y –aunque de forma desigual- éstos abrieron los canales pertinentes para que la voz del profesorado fuese escuchada.

Resulta difícil encontrar explicación plausible al retraso y la precipitación: hace más de un lustro ya se sabía que en 2010 debería entrar en vigor la nueva ordenación de estudios (Bolonia). De haberse emprendido antes este trabajo, las opiniones de los docentes habrían podido ser valoradas con más serenidad y las decisiones finales se hubiesen tomado con el grado de reflexión que precisa la confección de un plan de estudios que, previsiblemente, se mantendrá en vigor durante muchos años y afectará a varias promociones de estudiantes.

VII) A modo de conclusión

A la vista de lo explicado en el presente escrito surge un interrogante: ¿Están siendo tratadas con suficiente consideración las enseñanzas artísticas superiores?

Los hechos parecen señalar tozudamente que no, pero los profesores seguimos desempeñando nuestro trabajo. De casta le viene al galgo: también los músicos del Titanic siguieron tocando sus instrumentos mientras el barco se hundía.

Alfonso Vella

Catedrático de Armonía